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Además del adiestramiento canino, también existe la doma ecuestre. De todas las disciplinas ecuestres, la doma destaca por su elegante ligereza y refinamiento. ¿Qué es exactamente la doma ecuestre? ¿Cuáles son sus principios? He aquí una explicación resumida de este maravilloso arte ecuestre.
La doma ecuestre debe distinguirse de la doma de caballos. Domar a un potro significa enseñarle a llevar los arreos, a aceptar al jinete a lomos y a obedecer órdenes básicas. En cambio, las técnicas de la doma clásica se enseñan para que el caballo se mueva con elegancia.
La primera persona que documentó la doma ecuestre fue Jenofonte, en el siglo VI a.C., en la antigua Grecia. El arte de la doma ecuestre ha evolucionado a lo largo de los siglos. Entre los que se distinguieron en este campo figuran Robichon de la Guérinière, en Francia, y Steinbrecht, en Alemania. Estos dos maestros esculpieron en dos escuelas distintas pero complementarias:
Francia, cuna de la elegancia ecuestre, brilla con la École de Saumur.
Alemania brilla con rigor y disciplina, con la Escuela Española de Viena.
También destaca el escudero François Baucher. Su método, el baucherismo, se basa en la búsqueda de una relación armoniosa entre jinete y montura. Este enfoque sigue influyendo en la equitación moderna.
La doma ecuestre se basa en una escala de progresión articulada en seis etapas interdependientes. Son esenciales para la armonía de la relación jinete-caballo. Su objetivo es desarrollar las capacidades físicas y mentales del caballo respetando su equilibrio y su salud.
El ritmo, la cadencia y la actividad natural caracterizan los encantos del caballo. El mantenimiento de estos elementos es crucial para obtener unas alas correctas y equilibradas.
La flexibilidad física y mental del caballo es la adquisición básica para desarrollar las demás etapas. Es el resultado de la relajación y la ausencia de rigidez, favoreciendo movimientos fluidos y fáciles.
El contacto entre la mano del jinete y la boca del caballo, establecido a través de las riendas o la brida, es esencial. Complementado por un asiento y una posición de las ayudas impecables, garantiza el equilibrio natural del caballo en sus movimientos.
La actividad de los posteriores crea la energía que genera la impulsión. Es crucial para la expresión de los aires elásticos. El impulso es tanto la propulsión física como el deseo mental del caballo de avanzar. Unos cuartos traseros potentes y una delantera flexible, entre otras cosas, fluidifican los movimientos. Las transiciones de la línea recta al círculo o los movimientos laterales son más fáciles.
Al igual que su jinete, el caballo se siente más cómodo de un lado que de otro. Mantener la rectitud es una tarea fundamental. Aumenta el equilibrio del caballo y la simetría del contacto, corrigiendo sus puntos débiles.
Gathering significa poner más peso en las patas traseras. Es la última etapa a alcanzar, después de la adquisición de las otras, en particular la impulsión y la rectitud. Requiere un equilibrio óptimo y transiciones fluidas entre los diferentes aires.
Los niveles de la doma ecuestre progresan gradualmente. Desde la doma de ponis hasta el circuito Grand National, la Federación Francesa de Doma se dirige tanto a los aficionados como a los profesionales, a los niños y a los adultos. A nivel internacional, la FEI (Fédération Équestre Internationale) está orientada al deporte ecuestre de alto nivel, como sus Grandes Premios. Cada nivel introduce ejercicios más complejos, preparando a la pareja jinete-caballo para las exigentes competiciones ecuestres mundiales.
Las técnicas precisas tienen como objetivo establecer una comunicación sutil y armoniosa entre jinete y montura. Se utilizan para ejecutar figuras libres u obligatorias en concursos de doma. El resultado es un espectáculo en el que la técnica perfecta se combina con el arte, como una danza ecuestre de cuento de hadas.
La base esencial es la transición de un paso al siguiente. Le siguen figuras como la volte y el hombro hacia dentro, el cambio de pie y la curva del cuello. Estos movimientos están diseñados para mejorar la flexibilidad del caballo, su capacidad de respuesta y su obediencia a las ayudas del jinete.
Cuanto más avanzado es el nivel, más complejos son los movimientos de doma. Figuras como el passage, la pirueta y el piaffe requieren un alto grado de dominio técnico. Ponen de manifiesto la fuerza, la flexibilidad y la coordinación del caballo de doma.
La doma ecuestre, disciplina olímpica, es un pilar fundamental de las competiciones hípicas. Cada rutina de doma exige movimientos impecables y una complicidad ejemplar entre jinete y montura. En el corazón de los eventos ecuestres, estas figuras se realizan a los tres aires: paso, trote y galope. Un jurado atento examina la calidad de la doma y la locomoción del caballo.
La inclusión de la doma clásica en los Juegos Olímpicos de 1912 puso de relieve la equitación clásica. A la vez libre y obligatoria, la doma muestra la mezcla perfecta de movimientos gráciles y excelencia técnica. Un simple rectángulo de 60 x 20 metros se convierte en el escenario de una auténtica coreografía ecuestre. Cada dúo evoluciona combinando rigor y armonía, tanto en las secuencias como en la forma de realizarlas.
Durante cada prueba de doma, los jueces evalúan cada movimiento con la máxima precisión. Se tienen en cuenta criterios como la precisión de la ejecución, la sumisión del caballo, la calidad de los aires, la impulsión y la posición del jinete. Cada dato, puntuado de cero a diez puntos, contribuye a la puntuación porcentual final del evento. Los grandes concursos revelan actuaciones notables, testimonio del nivel de excelencia alcanzado en esta disciplina.
La doma ecuestre va más allá del aprendizaje de los movimientos. Cultiva una complicidad y una armonía únicas entre el caballo y el jinete. Esta disciplina sirve de base para todas las demás, ayudando a desarrollar el rendimiento del dúo.
Basada en la confianza y la complicidad, la doma clásica crea un vínculo sutil entre jinete y montura. Gracias a esta simbiosis, el caballo responde con delicadeza a las ayudas del jinete. Las señales ligeras y precisas se convierten en lenguajes que se entienden y se ejecutan con delicadeza.
El arte de la doma favorece el equilibrio físico y mental del caballo. Su musculatura reforzada y su perfecta compostura contribuyen a unos movimientos limpios y fluidos.
Para empezar con buen pie en la doma ecuestre, dos cosas son fundamentales: un profesor competente y una montura adaptada a la disciplina y a su nivel.
Un buen monitor está cualificado y tiene experiencia, y a veces procede de una escuela de equitación de alto nivel. Practicar la equitación deportiva con un buen monitor de club proporciona a todo aficionado una excelente base en doma clásica. En segundo lugar, un club con instructores más cualificados y experimentados es más adecuado para la doma y las clases avanzadas.
Las etiquetas y el sitio web de la FFE son ayudas fiables para encontrar un centro ecuestre o una cuadra. Entre ellos, encontrará fácilmente entrenadores cualificados que imparten clases de equitación de alto nivel.
Algunas razas son famosas por sus cualidades para la doma clásica. Entre ellas, el lusitano, el frisón, el español de pura raza, el anglo-árabe y el trakehner. Los équidos tienen ciertas aptitudes que favorecen la maniobrabilidad. Elija un caballo tranquilo, con un temperamento enérgico y receptivo y un paso regular y elástico. Un caballo cuyos padres tengan un buen historial de logros es un buen indicio de su potencial. Lo más importante es la complicidad entre jinete y caballo de competición.
La doma ecuestre es el epítome de la elegancia y la complicidad entre jinete y montura. Profundamente arraigada en la historia de la hípica, se ha convertido en una disciplina olímpica indiscutible. Su práctica va mucho más allá de la competición, cultivando una relación única entre jinete y caballo. La doma ecuestre sublima la equitación para convertirla en un arte en movimiento, fusionando técnica y pasión.