La trashumancia

Durante 3 días, Hanna, Juan y Laura cabalgaron junto a 30 caballos Merens desde las tierras altas de los Pirineos hasta los valles más suaves.

Tras una caminata a pie subiendo más de 1 km de altitud, por fin nos encontramos con los caballos en el Col de Cassaings. Tuvimos que ganarnos su confianza antes de poder compartir con ellos el viaje hasta el valle, que fueron 100kms y apenas 6000m de desnivel en los 3 días siguientes. Llegamos al Cirque de Campuls donde pasamos nuestra primera noche bajo la tienda... y bajo la lluvia.

Pasamos largas horas redescubriendo caballos lejos de las pistas, en condiciones que nos sacaron de nuestra zona de confort. Por senderos diminutos cruzamos las montañas, durmiendo entre vivacs a través de la niebla y el viento hasta llegar a la calma de los pastos de verano de Bispou.

Más allá de los paisajes, del encuentro con la manada, se trata de nuestra relación con los caballos. Al igual que ellos, no controlamos los elementos. Una vuelta a las raíces de nuestra pasión.

«ESTA AVENTURA ME PERMITIÓ VOLVER A UNO DE LOS VALORES BÁSICOS DE LA RELACIÓN ENTRE EL CABALLO Y EL JINETE: LA CONFIANZA»

Los caballos Merens están acostumbrados a estas montañas. Conocen el terreno accidentado, la altitud, los pasos rocosos y los ápices vertiginosos. Parecen, a diferencia de nosotros, insensibles al vértigo.

Tuve que aprender a confiar plenamente en mi caballo. En pocos minutos, pasé de ser un jinete de salto, que dominaba todos los gestos, a un novato obligado a confiar totalmente en mi caballo.

Por fin he redescubierto la confianza mutua con los caballos.

«DIRIGIR UN CABALLO NO ES LO MISMO QUE DIRIGIR UN REBAÑO»

Los primeros instantes ya nos sumergieron en una situación desconocida porque la vida en una manada dista mucho de nuestra rutina diaria de jinete de competición. Tenemos que aprender a tratar de forma diferente a los caballos dominantes, a los jóvenes y a los mayores.

Ya no centramos nuestra atención únicamente en nuestro caballo, nuestra posición o la valla que tenemos delante. Debemos entender la manada como un todo, como un solo caballo al que debemos guiar a través de las montañas.

«HE REDESCUBIERTO EL ORIGEN DE MI PASIÓN POR LOS CABALLOS»

La doma clásica es una disciplina de precisión que siempre me ha apasionado. Iniciada por mi padre, siempre he soñado con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos.

Este viaje a las montañas con el equipo Horse Pilot fue una de mis experiencias ecuestres más memorables. Tuve que volver a aprender a montar, a dejarme llevar por un caballo que sabía mejor que yo lo que tenía que hacer. Redescubrí el instinto de los caballos, la confianza que tenía en ellos.

A través de este viaje, redescubrí por fin el origen de mi pasión por los caballos.